viernes, 13 de febrero de 2009

Bombardeo

Me despertó un sonido seco y lejano, algo tosco y poco habitual. Despegué los ojos con algo de dificultad pues estaríamos a mitad de una perezosa madrugada.
Me asomé a la ventana y vi a lo lejos unos destellos anaranjados.
Encendí la televisión y ¿Cuál fue mi sorpresa? Bromeaban con un aparente ataque por parte de... ni ellos lo sabían, decían, entre risas nerviosas, que los niños se asomaban sonrientes a las ventanas confunciendo los estallidos con fuegos artificiales.
Los minutos pasaban lentos mientras yo me preguntaba si esto era algo así como cuando Orson Wells dejó en jaque a una ciudad entera con la guerra de los mundos.
Hoy en día por publicidad son capaces de cualquier cosa.
Me quedé un rato reposando en la terraza, notando como las explosiones se oían cada vez más y más alto... no sé cuanto tiempo estuve allí, sólo sé que comencé a alarmarme cuando pude notar la vibración bajo mis pies.
En ese momento en mi pecho cundió el pánico.
Corrí por toda la casa notando como se estremecía el suelo, como temblaba de miedo y me decía que no sabía cuanto tiempo podría sostenerme.
Cogí el teléfono móvil para asegurarme de que alguien me guareciese hasta que todo esto pasara, pero parecía no responder, es como si tocase el botón que tocase él fuera a su libre albedrío, pero tal vez estaba tan nerviosa que no acertaba a hacer lo que mi cerebro ordenara.
Me puse cualquier tipo de ropa y salí corriendo viendo como, detrás de mí, las paredes empezaban a escupir polvo.
Una vez en la calle vi a gente corriendo y a gente paseando. Sentí como si a medias tuviese razón y a medias estuviese equivocada, pero pensé que valía la pena ceder al miedo así fuera absurdo si con ello tenía una oportunidad de salvar la vida.
Pensé en coger el metro o tal vez el autobús... al final salí corriendo en dirección opuesta a mi casa todo lo rápido que pude.
Para cuando llegué al pueblo de al lado me encontré con una mañana soleada y gente llevando a sus niños a jugar al parque. Nada parecía haber pasado. Nadie parecía estar asustado.
Me senté en la espesa hierba de un parque mientras me preguntaba si mis paredes habrían dejado de vomitar su alma sobre el suelo de mi salón.

1 comentario:

Isi G. dijo...

Qué cosas escribes, Nanah!!! Sorprendentes!!! Pero me gusta mucho^^


Besotes!!!!!!!