jueves, 13 de noviembre de 2008

Sácame

Y el grito se tornó súplica, por favor, sácame de aquí.
Al menos cuéntame cómo se vive ahí fuera... cómo... cómo es el aire bajo un cielo azul. Dime, dime si luce el sol esta mañana, si existen ventanas sin persianas.
Prométeme que hay algo más que esto en esta vida. Si no mejor al menos diferente. Dame la experanza de, aunque sea, distintos sufrimientos. Eso me bastaría para luchar un poco más.
Yo tampoco sé por qué te pido esto. Pero es una súplica, atiéndela y pregúntame después, cuando pueda ser algo más que sangre y sollozos, algo más que dolor y angustia.
Sácame de esta cárcel de lágrimas y soledad. De barrotes que queman como el hielo en mi piel de hilo, en mis ojos de nácar.
Líbrame de la asfixia, del sufrimiento. Líbrame de una vida de vacío y desesperanza.
Indefensión aprendida. Sigo siendo poco más que una rata en un laberinto. Pruebas y más pruebas, ensayos, descargas... pero sé que no hay salida.
No hay salida.
La perfección de una sonrisa es INSUFICIENTE.
Se me acaban los motivos absurdos para descansar, para soñar, para volar. Se me está cargando la sangre de puro plomo.
Mis gritos son cada vez más bajos, aun son susurros y pronto no serán ni siquiera audibles. Moriran en un llanto silencioso de tez de porcelana. Que nunca dice nada. Unos ojos presos de una tez inexpresiva, muerta. Explotando por dentro.
Sálvame de esto.
O no quedará otra muñeca a estrenar en Navidad. Ni más villancicos. La vida hecha añicos.

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