miércoles, 16 de septiembre de 2009

El desfile

Llevaban tiempo diciendo que nos ofrecerían un desfile que no dejaría a nadie indiferente. Algo cercano, impactante e inusual.
Como se acercaban las navidades, todos pensamos que se trataría de alguna argucia para vender más cosas, para transportarnos a una época de blablabla, vamos, un belén viviente o algo similar.

Era un gran centro comercial, estábamos todos allí esperando a que empezase el espectáculo, además, para darle más emoción al asunto, las tiendas cerraron sus puertas, apagaron sus luces y quedaron encendidas, solamente, las luces de emergencia... hasta pararon las escaleras mecánicas.

Yo estaba en el segundo piso con algunas amigas, apoyada en la barandilla. Sabía que el desfile comenzaba abajo, desde los aparcamientos, así que preferí estar arriba por si me aburría la escenita, poder marcharme tranquilamente sin ofender a nadie.

Al principio no noté nada extraño, nada diferente. Pero la gente empezó a salir corriendo poco a poco.
Como cada uno corría en una dirección no supe realmente si huían de algo o si corrían hacia algo... así que tuve que seguir esperando un rato más. Tampoco tanto rato. Al cabo de, quizá, un par de minutos, pude darme cuenta de que algo iba realmente mal.

Entonces le vi. Era un chaval de unos veinte años, tal vez algunos más, pero jovencito al fin y al cabo. Llevaba unos pantalones piratas... pero de la pernera derecha, en vez de una pierna nacía una especie de muñón ensangrentado que más parecían tripas o carne retorcida que una amputación normal de un miembro.
Estaba hablando con otro como si tal cosa.
Seguí buscando sujetos del estilo por el centro comercial... todo estaba lleno. Había gente con la mitad del cráneo arrancada a la que podías verle latir el cerebro. Había gente sujetándose los intestinos con sus propias manos... yo no sabría decir si todo aquello era real o sólo era atrezzo... pero si era atrezzo, creedme, estaba MUY bien conseguido.

Alguien chocó contra mi hombro, cuando le miré vi como las vísceras le rebosaban por la boca... me giré y miré al suelo. Intenté contener el horror y respirar... pero a cada paso que daba me cruzaba con otro más de esos... cómo llamarlos... monstruos, supongo.
Otro venía de frente con uno de sus ojos fuera, otro tenía la cabeza totalmente destapada y el líquido cefalorraquideo le goteaba por las sienes.
Todos con esas miradas vacías, esas muecas tiesas y perdidas. Y pese a que sus miradas no decían absolutamente nada podían helarte la sangre en cualquier momento... era como mirar directamente al vacío, estar hipnotizada por la oscuridad, ser devorada, morir.

Empecé a correr desesperada por el centro comercial intentando que NADIE me tocase. Estaba totalmente perdida presa del pánico y ya ni recordaba por donde estaban las salidas.
En el camino me choqué de frente con alguien y grité automáticamente incluso antes de ver quién era la otra persona (o no persona). Para mi sorpresa y alivio era una amiga mía que se estaba viendo en la misma situación que yo.
Huir.
Nos miramos y nos abrazamos, nos sentíamos las únicas supervivientes de una gran masacre.
Tres de esos seres se nos tiraron encima. Nos cobijamos la una en la otra tiradas en el suelo sin poder decir otra cosa que "Dejarnos en paz, por favor, por favor..."
Entonces se fueron, se fueron y no entendimos por qué.

Levanté la vista.
Mi amiga aun no se atrevía a hacerlo y tenía la frente clavada en mi hombro. Temblaba. Pero más temblé yo cuando lo vi.
Y sí, vaya que si LO vi.
Una criatura salía del ascensor... no podría explicar como me aterró la sola imagen de aquello.
Era una especie de hombre mutado, andaba como si fuese una araña. Tenía seis patas, cuatro brazos y dos piernas, llevaba unos vaqueros y nada más, pero tenía la parte de arriba del cuerpo como si fuese de un fuerte cuero marrón.
Levantó la vista y su cara era terroríficamente humana. Si hubiera tenido ocho ojos y dos pinzas en la boca, hubiera sido mucho menos tétrico, pero era un chico... era un chico joven.
Después de que él saliera pude ver que más criaturas estaban llegando desde otras partes del centro comercial así que levanté a mi amiga del suelo y le dije que teníamos que huir a alguna parte.

Nos metimos en los baños de caballeros, estaban de obras en la segunda planta y a penas quedaba una pequeña rendija, de unos treinta centímetros para poder pasar dentro, así que supuse que no podrían llegar hasta allí.
Nos metimos a duras penas y esperamos muertas de miedo a que todo pasase.
Pero no todo iba a ser tan sencillo.
Vimos como la criatura de cuero entró y subió directamente encima de una pared casi construida. Saltó como si la gravedad no existiese. Casí podría decir que ese cuerpo tosco y monstruoso volaba.
Así entraron varias criaturas más a cual más horrible.
Nosotras temblábamos en el suelo sintiendo su presencia sobrevolando nuestras cabezas, paseando a nuestro lado, rozándonos, aullando casi en susurros en nuestros oídos. Metiéndonos miedo... rozándonos con sus patas, acariciando una piel que tal vez echaban de menos...

Aun ahora al recordarlo sigo temblando, no sé por qué esos malditos hombres de blanco siguen sin creerme... encima no hacen más que repetirme que les cuente la historia... bastardos.

3 comentarios:

Isi G. dijo...

Si es que esos hombres de blanco...


Besotes^^

Hellion dijo...

y todos somos unos malditos bastardos.

Sphynx Red dijo...

Como para que vaya una vaca y empiece a mirar el escaparate de vísceras humanas y se relama pensando en los buenos filetitos empanados que iban a salir de ahí