domingo, 9 de noviembre de 2008

Negro

Tratar de olvidar que una vez hubo luz en esta carcel, en este infierno de hielo y paredes opacas, en esta tumba sin sol y sin seda. Sin nadie a mi vera.
Desearía poder vivir como un robot, no, ya no es la pasión quien me levanta insomnio, no es el amor quien me castiga el pecho, necesito simplemente no sentir para aguantar tal castigo. Tal es el castigo de la misma vida.
Ser como el humo para unos pulmones heridos. Como un golpe de alcohol más en un hígado desvalido, sentirte en tu propio cuerpo, en tu propia casa, un ser non grato. Sobrar.
Y la maldita alma lejos de callarse aun quiere seguir soñando.
Los ojos aun se cierran para meditar. Pensar, que tal vez mañana, que tal vez ahí fuera, haya un puente que lleve lejos de este país gris por un camino de baldosas amarillas.
Salgo a la calle y todo sigue siendo gris.
Pobre Sol que intenta alumbrar tanto como puede y lejos de cegarme ni me da calor.
Y aun pese a eso, pese a la piel inmune a quemaduras y viento cortante, aun me duele el corazón. Aun despierto cada mañana entre jirones de esperanza que sé que no volverán a dejar que siga entera, que cada hora cae un grano de arena en ese reloj sin fondo.
Se pierde.



...y si al menos me forrasen de latón el pecho, de plástico el alma...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hacía mucho que no escribías, pekeña nena..

¿Cómo sigue todo? ¿tan mal como quieres hacernos ver? Espero que no..
En cualquier caso, eso sirve para que nos deleites con tus siempre interesantes (e intrigantes) palabras; así pues, me alegro de leerte de nuevo.

¿Cuándo hablaremos?

Besos, pequeña.

Nanah dijo...

Hacía mucho que no deseaba desahogarme por aquí y me alegra ver que sigues pasando a leerme ^^.
¿Tan mal? Hoy no, cuando lo escribí sí, supongo que hay días que traen la mejor inspiración de la peor manera.
Me hace ilusión volver a encontrarte por aquí.
¿Cuándo hablaremos? Cuando gustes, yo sólo espero una señal tuya.

Un besito, feliz día.