viernes, 24 de abril de 2009

Otra oportunidad

Tuve que despedir a Nati.
Lo cierto es que tampoco éramos tan amigas, pero por eso supuse que sería perfecta para el cargo.
Le pedí que se quedara cuidando de mi casa durante las obras, mientras yo me iba a trabajar, sólo tenía que estar en el sofá y abrir a los obreros cuando llegasen. Imaginé que al no ser tan amigas, no tendría tanta confianza como para permitirse lujos tales como andar husmeando por la casa o llevarse algo que "ya devolvería" o despreocuparse y no venir.
Pero al final, faltaron algunas cosas y los obreros se quejaron más de un día de la impuntualidad a la hora de abrirles, así que cogí un par de días libres y le dije que podía marcharse "muchas gracias por todo, maja".
El caso es que por el gesto que brotó en su cara, me imaginé que todo esto no le hacía especial gracia.
Cuando se marchó, cerré la puerta y poco segundos después llamaron golpeándola fuertemente.
Miré cuanto tenía a mi alrededor para defenderme en caso de ser necesario, y una vez vi que había suficientes cosas, abrí la puerta.
Era ella.
Noté un movimiento extraño en ella y me puse un poco nerviosa, dejé colarse mi mano por detrás del marco de la puerta de la cocina y tanteé un poco la encimera a ver si encontraba algo a lo que aferrarme o con lo que defenderme... pero no hizo falta.
Se había sacado un sobre de colores chillones de tamaño folio de dentro de la chaqueta.

- Lo ha traído él esta mañana - seguía con la misma cara de pocos amigos.
- ¿Él? ¿Quién es él? -
- Alberto -
- ¿Pero qué hacía por aquí? Si... -
- Mira que me da igual, ahora mismo no me apetece entrar en un debate acerca de lo que puede ser o no y de lo que querrá o no, ahora mismo me da igual, te lo doy porque es para ti y punto -

Acto seguido se dio la vuelta aireadamente y se marchó refunfuñando algo escaleras abajo.

Entré en el piso y me senté en el sofá.
Acaricié lentamente el sobre unas cuantas veces hasta que pude atreverme a abrirlo ¿Qué tendría dentro?
Alberto y yo habíamos roto hacía... unos meses, después de una relación de años y, aunque yo lo había superado milagrosamente bien, no quería tentar a la suerte y hundirme en un pozo que, por suerte, esta vez no había tenido que visitar.
En el sobre había unas cuantas fotos, no sé si serían diez o veinte, me puse a pasarlas poco a poco. Eran fotos de los dos o fotos en las que salíamos ambos, pero eran de grupo.
Ver todos aquellos momentos me trajo recuerdos agridulces, pero casi todos me hacían sonreir, aunque alguna lágrima pionera se colase.
Antes de terminar de ver las fotos, decidí ver qué más había en el sobre y me encontré con una carta.

"... Sé que te va a costar mucho volver a confiar en mí, pero ya tenemos una historia entera entre nosotros. No me gustaría perder todo esto por unos momentos mal pensados.
Necesito saber si aún me conservas, si aún serías capaz de reconocerme por el olor de mi colonia, si aún puedes encontrarme de un simple vistazo en la multitud...

Yo sí que puedo hacer todo eso contigo. Dame otra oportunidad..."

Me quedé en esa parte de la carta, la releí y me descubrí a mi misma observándola con cara de interrogación.
Volví a coger las fotos dispuesta a ver las últimas. Me paré en una.
Era una foto de los dos en la que íbamos paseando por la calle y yo llevaba una rosa roja en la mano.
Le miraba con verdadera admiración, amor... pero no fui capaz de hubicarlo en el tiempo. Me costó varios minutos recordar la fecha, recordar por qué... por qué le miraba así.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que una segunda oportunidad no tenía sentido, ya no estaba enamorada ya... ya le vi como un dulce recuerdo, como un regalo de infancia, pero nada más.
Decidí enviarle un mensaje:

"Me ha encantado el regalo, en serio, muchas gracias. Pero no tiene sentido arreglar esto, no quiero que nos hagamos más daño"

Al menos yo no quería hacerle más daño. Porque siempre le querría, pero...

2 comentarios:

Isi G. dijo...

Pero si no puede ser, no puede ser...

Besotes, Nanah^^

Hellion dijo...

la vida siempre da otras chances , saludoss.