martes, 16 de diciembre de 2008

Capítulo uno. ¿Realidad? Miseria

Me habían despedido de mi último trabajo basura. Estaba empleada por una ett como teleoperadora para una campaña temporal.
Ese era el resquicio final de una vida laboral que siempre había ido de capa caída.
Tenía tantas ganas de salir de mi casa que en cuanto encontré un trabajo medianamente rentable me aferré a él y escapé a un piso compartido. En aquel momento no me importaba demasiado que fueran desconocidos, quería tener mi espacio, mi intimidad, mi libertad, sin horas de llegada ni límites a la hora de gastar mi tiempo libre.
Al principio el sueño parecía no ser completo del todo y las discusiones medraban mi capacidad de seguir deseando una vida sosegada, así que, seguí trabajando y ahorrando durante meses para poder alquilar a mi nombre un piso y buscar a mis propias compañeras.
Iba de trabajo en trabajo, bueno, de trabajo basura en trabajo basura, y, cuando me quedaba en paro, daba clases o cuidaba a niños o.. en los peores casos.. vendía alguna posesión que tuviera algún mínimo valor. Incluso llegué a vender algo que hubiera podido cogerles a alguna de mis compañeras... siempre intentando que no se dieran cuenta o que fuera algo que no usaban demasiado (requería un seguimiento intensivo).
Al menos tenía mi afición siempre conmigo, me encantaba escribir y recitar.
Cuando daba clases a los niños, les infundía el amor por la lectura y les animaba a llevar diarios en los que pudieran describir su día a día y expulsar sus frustraciones y sus deseos y... bueno, todas esas cosas que quería para mí. A ellos no les hacía mucha gracia, pero les encantaba que les contase historias, que les leyese.
Les daba un poquito de mí.
Cuando estaba a solas en mi habitación escribía miles de historias, poemas, reflexiones... La gente leía todo aquello y me decían que valía para eso, que no lo dejase nunca y, la verdad, es que no podría aunque quisiera.
Ante sus ideas de que podría vivir de ello... en fin... escepticismo, era una escritora sin dinero ni mecenas y por mucho que intentase ahorrar, era o triunfar o comer... y mi naturaleza humana ponía claras las prioridades.
Aun así frecuentemente soñaba con encontrar un buen trabajo en el que cobrase mucho y trabajase poco, o al menos,que se equilibrase lo uno con lo otro, pero... sin acabar mis estudios ni tener titulación de nada en especial... veía dificil conseguir tal meta.
Iba viviendo el día a día con lo que me iba saliendo y dichosos eran los meses en los que estaba pluriempleada y podía consentirme con algún caprichito.
Al menos siempre me quedaba coger un libro e irme a parque a leer mientras el frío me ponía rojas las orejas o coger el periódico y simular llamar a todos esos trabajos maravillosos pensando que podría ser que me cogieran. Era buenísima simulando conversaciones y entrevistas convincentes hasta el extremo... quizá pudiera ganarme la vida como actriz... si me lo ofrecieran, sin duda lo intentaría.
No tenía demasiado desarrollado el sentido de la vergüenza y menos cuando podía sacarme de la cuneta apretujada y sobrepoblada donde vivía.
Eran tantas las cosas que creía que podría hacer... si me lo propusiese, si fuese valiente, siempre es lo mismo.
Por ahora tocaba buscar otro trabajo de escuchar gritos e insultos por teléfono de nueve a dos y de cinco a nueve. Ya casi me había conseguido quedar sorda por voluntad propia.

5 comentarios:

Isi G. dijo...

Me gusta cómo empieza ;)

Besotes, Nanah^^

Fidias dijo...

Nunca me deja de sorprender el hecho de como se puede filtrar a través de lo que escribimos, intentemos ser objetivos o no, nuestra propia vida, nuestros propios sentimientos.

Me gusta. Veremos como sigue ;)

Miguel Ángel Cabo Galguera dijo...

Como yo con mis relatos vagabundísticos, o tú, Fidel, con tu... tu... algo.
El caso es que es así de simple: siempre toma uno inspiración de su propia vida, por ser lo que más influye en su mentalidad.
Ahora, hablando sobre lo que se debe hablar (el texto, cómo no), sólo puedo decir que es genial. El tono irónico que tiene de vez en cuando me encanta, y el marco es muy bueno, aunque ya exista ¬¬.

Tania Alegria dijo...

Aquí estoy, amiga Nanah, vengo siempre que me llega el olor de tu madera de escritora.
Creí que cuando publicases nueva entrada me llegaría el aviso por correo porque soy Seguidora, pero no, no me llegó ningún mensaje. Será que entendí mal el funcionamiento del gadget de los seguidores?
Bien, de todos modos levanto el dedito y digo Presente! Tendré mucho gusto en acompañar ese relato que, como todo lo que escribes, ya muestra señales de ser bien estructurado y además trae el sello de calidad de tu estilo.
Te sigo, te sigo.
Abrazos.

Tania Alegria dijo...

Vuelvo para decir que ya me entendí con el gadget de seguidora: no es supuesto recibir el aviso en mi buzón de correo sino en el escritorio de mi blog.

Ya estoy al tanto.

Abrazos.